No había ningún lugar para huir de la adicción al alcohol

hospital de emergencia
                                          (Foto de vm/iStockPhoto.com)
 

Comencé a beber de manera ocasional en la preparatoria. A esa edad uno piensa que se come el mundo y que es merecedor de toda diversión sólo por el simple hecho de estudiar. En un principio, cada 15 días me daban permiso para ir a fiestas con mis amigos.En verdad era muy emocionante cuando llegaba el momento de abrir las botellas y convivir con mis amigos.

Cuando entré a la universidad probé la cocaína y la consumí de manera ocasional y social. Después de un año decidí nunca volverla a probar porque fui testigo de cómo varias personas se fueron en picada en una espiral descendente, incluso dos de mis amigos más cercanos murieron por una sobredosis.

Me gradué como Licenciado en Mercadotecnia y mi primer oportunidad laboral se presentó en una importante firma en la Ciudad de México. Estuve algunos años viviendo ahí y conocí todos los bares y antros que pude.

Al regresar a Puebla entré a trabajar para una de las empresas más importantes de nuestro país. Este trabajo me ha permitido crecimiento, estabilidad laboral y financiera. Sin embargo, también representó el comienzo de mi espiral descendente por el consumo de alcohol. Desafortunadamente, por los intereses económicos y políticos que se manejan en ese ambiente, los excesos de droga y alcohol son muy grandes. La mayoría de las negociaciones se dan en los contextos de bares, cantinas y fiestas clandestinas donde corre todo tipo de drogas y alcohol.

Un día el destino del consumo me alcanzó y, por el estilo de vida que llevaba, me tuvieron que operar de emergencia de la vesícula. Los médicos me dijeron que mi forma de beber era excesiva y que sin este pequeño órgano que me acababan de remover, la filtración de tanto alcohol iba a comprometer aún más mi salud e incluso pondría en peligro mi vida.

Me recomendaron hacer terapia psicológica para manejar temas que no estaba logrando confrontar. Sin embrago el miedo y la ansiedad por dejar de tomar se estaban apoderando de mí y no pude lidiar con eso. Fue cuando acudí con el psiquiatra quien me prescribió una serie de medicamentos para estar tranquilo, para que fuera más fácil dejar de beber y también para poder conciliar el sueño. Dejé de tomar por un tiempo, hasta que nuevamente volví a consumir alcohol y no sólo me limité a esta substancia, sino que lo mezclé con los psicofármacos que me habían recetado.

Ya era una situación insostenible y no podía dejar de hacerlo. Tomaba a escondidas en mi casa, hasta que descubrieron las botellas y las tiraron. Tomaba a escondidas en el trabajo, me levantaba en la madrugada a tomar para poder conciliar el sueño y al amanecer volvía a tomar para calmar los malestares de la resaca. Llegué a tomar a diario hasta dos botellas de alcohol y por 20 días seguidos.

Un día la productividad laboral comenzó a disminuir considerablemente, la relación con mi familia cada día era peor y yo no podía detener mi consumo. En verdad me sentía preso de mis decisiones. Muchas veces mi mamá me decía que debía parar esta situación porque un día me podría suceder algo.

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(Foto de vm/iStockPhoto.com)
 

Efectivamente llegó ese día en que puse en peligro mi vida. Me tuvieron que llevar de emergencia al hospital por una pancreatitis aguda. Esta vez los médicos me dijeron que yo ya no podía beber una gota más de alcohol por mi salud. Fue cuando mi mamá me convenció de que en verdad tenía un problema de adicción y, que de no atenderlo, podría morir. Accedí a tomar una rehabilitación con la única condición de que no fuera en un anexo.

A través de un familiar muy querido fue que supe de Narconon. Pedí un permiso especial en mi trabajo, empaqué mis maletas y me fui para comenzar con la primera parte de mi rehabilitación. Al llegar las instalaciones me parecieron muy bonitas y el trato del personal me gustó mucho por su calidez. El proceso de Retirada me costó mucho trabajo, pero gracias a las ayudas y a las vitaminas que me dieron, lo pude tolerar y salir adelante de la mejor manera.

Cuando llegué al sauna, me enfrenté con mis demonios y ahí fue done me di cuenta de que el Programa de Narconon sí funciona. Experimenté cómo las toxinas salían de mi cuerpo y vi cómo mis compañeros y yo mismo fuimos cambiando y mejorando enormemente. Cuando terminé este paso, me sentí con mucha claridad de pensamiento.

Sin embargo, hoy me doy cuenta de que la primera vez no fui tan honesto y mi mente siempre estuvo afuera, decidí que lo único importante del Programa era la desintoxicación.

Cuando ya estaba en el siguiente paso del Programa, un día decidí salir y no hubo poder humano para convencerme de lo contrario. Sentí que mi mamá se sentía decepcionada por mi decisión y regresé a casa. Me mantuve bien y estable por unos ocho meses hasta que la ansiedad, desesperación e incertidumbre del confinamiento por la pandemia del COVID-19 me alcanzó y volví a tomar. Como mi acceso era limitado por las circunstancias, del botiquín de primeros auxilios saqué y consumí el alcohol del 96%, llevándome a una situación peligrosa porque sufrí quemaduras en el esófago por la substancia y por los vómitos que me provocaba.

Un día me tomé las últimas pastillas que tenía escondidas y dormí por más de 20 horas. Al despertar, mi mamá estaba muy mortificada y me suplicó que por favor hiciera algo por arreglar mi situación. Fue cuando decidí regresar a Narconon a concluir lo que había quedado pendiente, aunque tuve que comenzar de nuevo.

Me di cuenta de la importancia de concluir los procesos. Sin el conjunto completo de las herramientas que Narconon puede darte, fui incapaz de manejar todas las situaciones del confinamiento y volví a consumir. Me di cuenta de los valores que adquieres. La lealtad y la solidaridad hoy son cosas que acostumbro.

Hace un par de meses que salí de Narconon y me siento muy capaz para enfrentar los embates de la vida que hoy me han tocado fuerte. Mi mamá falleció el día de Navidad y, a pesar de ello, me siento entero, con muchas ganas de continuar y luchar por mi sueños. Sé que ella está orgullosa de mi, allá donde se encuentre.

Además de que logré conservar mi trabajo, hoy estoy haciendo lo necesario para volver a abrir un negocio de comida. Está vez buscaré que no sólo sea un comercio local, sino que trascienda a nivel regional con el nombre de una franquicia.

Hoy me siento muy agradecido con Narconon. Gracias al Programa tengo una vida muy distinta, una vida libre de alcohol y llena de energía para seguir.

Graduado de Narconon Puebla

AUTOR
PG

Paola Garabito

A lo largo de 20 años me he desempeñado profesionalmente en cargos Directivos, Gerenciales y Ejecutivos en el sector gubernamental y en la iniciativa privada, en instituciones como el Senado de la República, AstraZeneca e Instituto Mexicano del Seguro Social. Cuento con experiencia a nivel Senior en el ámbito de la consultoría destacando proyectos en materia de Salud, Desarrollo Social, Energía, así como TI y comercio electrónico. Con la Sociedad Civil Organizada he fungido como eje vinculante para la consolidación de alianzas con diversas asociaciones de pacientes, de investigación, en materia de educación y asistencia pública. En el ámbito académico imparto las asignaturas de Análisis del Sistema Político, Políticas Públicas y Teoría Política en la Universidad Anáhuac. Asimismo, formo parte del claustro para la acreditación de exámenes de grado de titulación de Licenciatura en Administración Pública y Gobierno. Mi desarrollo profesional se orienta en la elaboración y negociación de instrumentos legislativos, desarrollo de foros de alto impacto para la sensibilización de los tomadores de decisión, diseño y ejecución de estrategias para el relacionamiento gubernamental, así como diseño y ejecución de estrategias para el posicionamiento de la compañía o institución. Cuento con el grado de Maestría en Políticas Públicas y soy Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública, ambos estudios por la Universidad Iberoamericana.

NARCONON PUEBLA

EDUCACIÓN Y REHABILITACIÓN DE DROGAS