El Arte de Ayudar

Soy un joven muy creativo, desafortunadamente a muy temprana edad empecé con las drogas. Comencé con el alcohol en la adolescencia, conocí la marihuana en la preparatoria y llegó el confinamiento por la pandemia. Dejé la escuela por bajo rendimiento y depresión, en mi ociosidad conocí las tachas y el LSD, como cada vez era más difícil conseguir este tipo de substancias, me drogaba con jarabe para la tos en combinación con alcohol. Un día desperté en un hospital por una sobredosis, gracias a Narconon Puebla me rehabilité y toda la creatividad que tengo la transformé en arte para ayudar como staff de este maravilloso centro.
Durante la adolescencia empecé a tener problemas con el alcohol y no me percataba de eso. Solía invitar a mis amigos de la escuela y, de manera clandestina, sacábamos botellas y nos las tomábamos. Aunque en un inicio el consumo fue ocasional y moderado, pocos años después, ese hábito se convirtió en que paraba de beber hasta que me sintiera mareado, con poca coordinación y con dificultad para hablar.
Cuando entré a la preparatoria, ya no me satisfacía el efecto del alcohol y fue cuando conocí la marihuana. Desafortunadamente me gustó el efecto, fue una auténtica explosión de sensaciones distintas y rápidamente me enganché. Me considero una personas muy sensible y creativa, por lo que pensé que la marihuana era mi aliada para la parte emocional y artística, sin darme cuenta de que años después esta decisión sería perdición.
Solía ser un estudiante de excelencia y al llegar al tercer semestre mi rendimiento descendió mucho, opté por abandonar la preparatoria y me inscribí a diversos cursos de fotografía.
Desafortunadamente comenzó el confinamiento por la pandemia, ante tal soledad, afloraron el aburrimiento, la ociosidad y la depresión. Cuando aún era muy niño mi hermana mayor se fue a vivir a Estados Unidos, cuando tenía 14 años mi mamá también lo hizo y mi papá desde hacía mucho tiempo ya no vivía con nosotros, por lo que sólo me quedaba una de mis hermanas con quien vivía por aquel entonces.
Definitivamente no supe cómo manejar la situación de quedarme en casa y no hacer nada por lo que mi consumo de substancias comenzó a ser crónico: me levantaba a las 11:00 am para fumar marihuana, tomar alcohol, comer cereal y tomar algunas fotografías. En unas cuantas horas, de manera literal, lograba sedarme por muchas horas hasta que llegaban las 5:00 am para volver a realizar la misma rutina.
Mi hermana se dio cuenta de lo que pasaba, sin embargo, estaba acostumbrada a la marihuana porque su círculos social la consume. Solo me pidió que le bajara porque ella es cantante y el humo le afecta a la garganta.
Cuando estaba consciente me daba cuenta de que mi manera de vivir no era la óptima: estaba muy alejado de mis metas y definitivamente no me gustaba mi realidad ni la persona en quien me había convertido. En vez de tratar de poner un alto o ver la manera de solucionar mi problema de adicción, buscaba con más desesperación la forma de conseguir substancias para olvidar todo aquello que no me gustaba.
Me gastaba $600 pesos en marihuana y cuando no juntaba el dinero compraba un blunt (cigarro de marihuana) que me costaba $150 pesos. En una ocasión no tenían blunts y compré una tacha a $89 pesos. Decidí consumir la tacha como a las 12:00 am, me llamó mucho la atención el efecto, además de que me asustó porque las pupilas estaban muy dilatadas y los párpados de una manera extraña. Al verme al espejo no me reconocí porque la percepción de la realidad estaba muy deformada y sólo recuerdo que tenía pensamientos muy negativos, puedo decir que hasta catastróficos con muchas ideas autodestructivas.
Al siguiente día hubo un cambio importante en mi vida, me mudé a casa de mi papá porque mi hermana se iba a otro sitio. Pensé que con la autoridad de mi papá mejoraría mi condición, sin darme cuenta de que era yo quien tenía que tomar esa decisión. Mi papá trabajaba todo el día fuera de casa y yo fumaba todo el tiempo. Cuando se dio cuenta de mi consumo, sólo me pidió que no lo hiciera en su casa por el olor, más no me reprendió por ello.
La persona que me vendía droga me ofreció LSD y acepté una dosis doble que consumí en una sola noche. Me hizo sentir más deprimido, todo el cúmulo de emociones se agolparon y no supe cómo manejar lo que estaba experimentando. Al siguiente día me sentía muy mal emocionalmente, quería llorar y no podía, quería hablar y simplemente no podía articular palabra. Estaba totalmente desorientado y creía que me estaba volviendo loco, en mi mente quería realizar alguna acción y mi cuerpo no respondía, me levantaba e iba a la sala y me quedaba ahí parado sin saber qué era lo que había pensado hacer. Fue realmente feo y me dio mucho miedo
El efecto del LSD me duró bastante tiempo, incluso me atrevo a decir que semanas y meses. Me sentía devastado, en una ocasión, le llamé a mi mamá llorando de la desesperación y ella no hizo más que preocuparse y ver que podía hacer junto con mi hermana. Yo siempre sentí mayor cercanía con mi mamá, ella era mi pilar y cuando decidió irse a EUA quería llevarme, pero me negué rotundamente.
Llegó el día en que ya no tenía dinero para seguir consumiendo y vi en el jarabe para la tos esa opción accesible y barata, lo tomaba solo o lo combinaba con vodka. De vez en vez consumía poppers, una especie de inhalantes, también baratos.
Un día sentí tanta desesperación que mezclé todas las substancias que solía consumir, estaba fuera de casa y mi siguiente recuerdo fue despertar en un hospital. Una persona desconocida se percató de mi situación y llamó a los servicios de emergencia. Mi papá y una de mis hermanas llegaron al lugar y fue cuando se percataron de la magnitud de mi problema. Estuve unos días en observación y me enviaron a casa con prescripción de psicofármacos, mismos que utilicé para seguir drogándome.
Mi hermana, la que vive en EUA sabía del Programa de Narconon y me hablaron acerca de ello. En un principio me negué hasta que me convencieron de ir al centro de Puebla. A partir del día en que llegué hasta que terminé, no ha habido momento en que no agradezca la oportunidad de vida que mi familia me dio, en especial mi hermana que vive en EUA.
El paso del Programa que me cambió la vida fue el llamado “Los Objetivos”, una serie de ejercicios que ayudan a la persona a enfocar su atención en el entorno presente e inmediato. Lo que más me gustó es que estos procesos están diseñados para realizarlos en pares, me llenó de gran alegría ver que mi compañero logró mucho y, por ello, me di cuenta de que soy capaz de ayudar a las personas. Este hecho fue decisivo para elegir el día de hoy ser staff de Narconon Puebla.
“Gracias a Narconon Puebla me rehabilité y toda la creatividad que tengo la transformé en arte para ayudar como staff de este maravilloso centro”
Gracias a Narconon Puebla me rehabilité y toda la creatividad que tengo la transformé en arte para ayudar como staff de este maravilloso centro.
Antonio, graduado de Narconon Puebla