Madre de Graduado de Narconon
Donna R.

Fue una sorpresa cuando me enteré, porque educas a tu hija para que vaya bien; ella fue a una escuela católica, tenía buenos amigos e iba a la iglesia. Y fue a la Universidad de Loyola para su primer año. Y quería su propio apartamento.

Y luego arruinó la Navidad. No vino a casa para Nochebuena. La pasó con su novio. El día de Navidad entró y salió en 10 minutos. Y me quedé: “¿Dónde está mi hija? Así no es como hacemos las cosas”.

Y después de casi un año, le vi los brazos. Y me derrumbé, lloré, rogué. “No, mamá, voy a dejarlas. No voy a seguir. Es sólo una fase”.

Caí de rodillas, llorando: “¿Qué te has hecho a ti misma?”. Simplemente no podía creer que mi bebé se hubiera hecho eso.

Yo no entendía mucho de esto. No entendía los cambios emocionales. No entendía lo feo que era.

Sencillamente, no podía hacerle frente. Y dije: “Tenemos que encontrar un lugar a donde pueda ir”.

Buscamos en Internet y encontramos muchos números gratuitos, que nos llevaron a ningún lado. Y lo encontré, uno de ellos me llevó a Narconon.

Así que la llamaron y se fue, y yo no paraba de llorar.

Pero todos aquí eran muy abiertos. Yo podía contactar a Annie en cualquier momento. Annie era nuestra asesora y yo podía llamarla a cualquier hora del día o de la noche.

Y desde que mi hija se graduó de Narconon puedo sonreír otra vez.

Me parece increíble la diferencia en ella, cada vez que la veo. Ella ha vuelto. Ella ha vuelto y es mejor de lo que era antes. Y han sido 2 años. Es simplemente un milagro.

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